Un día, querido Sócrates, del mismo tema hablé con mi amigo Eupalinos.
_ Fedro -me dijo- cuanto más medito sobre mi arte, más lo ejerzo; cuanto más pienso y obro, más sufro y más me alegro como arquitecto; y más sentido de mí mismo cobro, con claridad y goce cada día más ciertos.
En mis largas esperas me extravío; de nuevo doy conmigo por las sorpresas que me causo; y mediante esos grados sucesivos de mi silencio, voy avanzando en la edificación de mí mismo; y me acerco a una correspondencia tan exacta entre mis anhelos y mis facultades, que me parece haber convertido la existencia que me fue otorgada en una especie de obra humana.
A fuerza de construir - díjome sonriente- creo que acabé constuyéndome a mí mismo.
_ Fedro -me dijo- cuanto más medito sobre mi arte, más lo ejerzo; cuanto más pienso y obro, más sufro y más me alegro como arquitecto; y más sentido de mí mismo cobro, con claridad y goce cada día más ciertos.
En mis largas esperas me extravío; de nuevo doy conmigo por las sorpresas que me causo; y mediante esos grados sucesivos de mi silencio, voy avanzando en la edificación de mí mismo; y me acerco a una correspondencia tan exacta entre mis anhelos y mis facultades, que me parece haber convertido la existencia que me fue otorgada en una especie de obra humana.
A fuerza de construir - díjome sonriente- creo que acabé constuyéndome a mí mismo.
Eupalinos o el arquitecto, Paul Valéry